miércoles, 5 de septiembre de 2012

371.



Un año es mucho tiempo. O no. Depende de cómo se vea. Desde que soy mayor de edad miro atrás y me sorprendo de la de cosas que me han pasado en un nada de tiempo. Apenas un soplo. He vivido más en dos años que en toda mi vida. He conocido a gente genial, me he enamorado, he aprendido muchas cosas, me he llevado muchas hostias pero en general todo ha valido la pena y no me arrepiento de la mayoría de actos y decisiones, con lo cual...puedo decir que estoy orgulloso.
Hace más de un año que te conocí. Casi dos. Recuerdo la primera vez que comí de tus labios, una noche de borrachera. No era muy distinto de cualquier otro lío. Pero decidimos alargarlo. A otras noches. A otros días. A otras tardes. A experiencias distintas.

Ha llovido mucho, ha pasado de todo, bueno y malo, pero sabes (y lo sabes bien) que cada vez que te miro bien poco importa lo malo. Joder, no importa nada.

Mira, soy imbécil. Como todos, dirás, pero no son los otros los que me importan. Pocas veces veo la oportunidad de construir una felicidad que no sea frágil y temporal como el cristal, una sonrisa que me dure más de un segundo. Lo bueno, para mí, siempre ha sido un ir y venir, una luna a la que ladrar y jamás tocar. No me consideraba afortunado. Hasta ahora.

Eres la única persona que ha sabido prolongar esa felicidad, hacerla fuerte, constante, sacarme los colores y las sonrisas, hacer que desee besarte con tanta fuerza que no termine nunca. Y eso es valioso, muy valioso. Probablemente lo más valioso que puedas darme.

Nunca he sabido muy bien lo que busco en una chica. Hay tantos prototipos distintos y tanta poca gente que encaje en ellos que nunca sabes muy bien dónde mirar, quién será apta, quién se dignará siquiera a echarte el ojo y no digamos ya la boca. Ni tú ni yo somos perfectos, pero creo que citando a Bob Marley puedo decir que eres perfecta para mí. Y si no lo eres, has sabido disimularlo demasiado bien.

Supongo que no te he tratado mal del todo, si no no celebraríamos lo que celebramos ni estaría escribiendo esto. Pero quiero que sepas algo. Si hago algo mal, lo corregiré por ti. O lo intentaré en la medida de lo que puedo. Voy a ser tu oso guarroso, tu risa cuando nadie te haga reír, esos garfitos que nunca están en la despensa pero que alguien te trae, el chocolate blanco en el helado. Tu canción favorita. Y no me gusta lo cursi, joder, pero es que por ti me vale serlo. Me compensas.

No voy a pedirte que estés siempre. Ya me lo prometes cada vez que me besas.

Espero que te quedes varios años más. Y si no, siempre nos quedarán los columpios, los polígonos, el césped de los parques, los bosquecillos detrás de restaurantes, los besos largos.

T'hame.

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