martes, 24 de julio de 2012

The Dark Knight Meh.

Fui ayer a ver El Caballero Oscuro: La Leyenda Renace (vivan las traducciones españolas de títulos, por cierto). Fui después de tragarme críticas ambivalentes, después de leer a gente que había aplaudido en la premiere y el cine y a gente que tenía a Nolan como poco menos que un basurero con una cámara. Así que en primer lugar he de decir que creo que no llevaba expectativas exageradas.

Quizás el hecho de que fuera (más claramente aún que la anterior) una secuela fue lo primero que me chocó. Sin ningún preámbulo ni presentación, Nolan insertaba a Bruce Wayne y a Selina Kyle casi con calzador, de una forma rápida, dando a entender que o habías visto y estudiado las anteriores o no cogías ni papa. No tengo problemas con esto, pero eché a faltar más ceremonias, las cuales no se ahorra en Origen y The Dark Knight.

Luego. El típico problema del doblaje español. La voz de Bane es RIDÍCULA. Parece un Joker con amplificador. Tenía miedo de que después de lo oído en el tráiler sonara demasiado bajita, pero es todo lo contrario. Además de demasiado alta en volumen, la voz no engrandece a Bane, le quita poder. Un doblaje grave, aunque manteniendo los matices y la entonación, le hubiera hecho ganar mil, sobretodo cuando adquiere la faceta de dictador.

Tercero. A Nolan le cuesta mucho despegar en sus películas y sumirte en ese ritmo de thriller, de clímax constante, lo cual es su gran acierto pero también su gran inconveniente. En las películas anteriores los clímax estaban llevados perfectamente, con maestría.
En TDKR, antes de casi dos horas de préambulos y escenas cortas en las cuales perfila a los personajes, no empieza lo bueno. Y en esas dos horas pasa poco más. La nueva incorporación, Catwoman, da a entender nombre, motivos, meta y poco más. Le faltan pinceladas que a Joker, por interpretación y carisma, le sobraban. De Bane sabemos su supuesto origen, su meta, ídem. Pero carecen de una frescura que Nolan no ha sabido compensar. Aparte de que los fans se quedarán con las ganas de ver a Bane dopado con el Veneno, que no aparece en toda la película.

De acuerdo, terminan esas dos primeras horas, nos quedan 45 minutos de película. Los clímax pequeños de la parte anterior se engrandecen, empieza la épica, aunque con algunos momentos chirriantes justificados por el "porque sí" "porque es Batman" "porque así es más espectacular" aún así mi corazoncito de fan se estremece con la batalla final y con el desenlace, como no podría ser de otra forma. Esta parte salva a la película, o casi.

El resto sabe a poco, no vale la espera de 4 años que muchos nos hemos echado olisqueando el material viral que Nolan iba soltando por Internet. La sensación general es de que está todo muy visto, muy manoseado, que la historia que antes te creías entra de forma artificiosa y menos tragable. El Batman de Nolan ha envejecido mal.

The Dark Knight Rises (mucho mejor en inglés) deja un legado inferior al de Batman Begins y The Dark Knight, pero no por eso deja de ser buena película. Pero Nolan podría haber hecho mucho más honor a su sello. Hasta ahora ninguna película suya me había decepcionado. Que sea esta la última.

Y que el próximo director que coja a Batman no lo destroce como hicieron con el traje empezonado o los fans sacaremos la recortada. Primer aviso.

miércoles, 18 de julio de 2012

Noche.


Como una lluvia sucia acudió la oscuridad sobre el Bastión, relegando al Sol al rol de durmiente, sumiendo el lugar en sombra y crepúsculo. Se renovaron los turnos de guardia y los vigilantes apuraban el último sorbo de la jarra para ir a situarse en las puertas. Eructando, arrastrando las botas viejas, recogiendo de la armería un rifle polvoriento y parcialmente oxidado que se encasquillaba a los dos disparos. Se cerraba la reja de la entrada, se quedaban de pie, encendían un pitillo y el humo se mezclaba con la humedad nocturna creando volutas ascendentes. Y de alguna forma, la fortaleza parecía adquirir una vida renovada, continuaban los gritos en la taberna ahora que llegaban los anteriores vigilantes a echar nuevos tragos, se encendían velas en las habitaciones de los pisos superiores, alguien se echaba a dormir y, acogido por el lecho, emitía ronquidos de oso.

jueves, 12 de julio de 2012

317, y sube.



No puedo decir que hayan sido los dos mejores meses.
He estado encerrado, atado de manos y piernas, y como a todos los perros la correa no me queda bien.
Siento haber mordido, siento haber estado fuera de lugar cuando lo estuve, y en general no me siento orgulloso de todo. Aún así, me quedo con lo nuestro. Me quedo con las cenas, con aquella noche que terminó comiendo Duso en el césped húmedo del parque. Con aquellos chapoteos en la piscina. Con aquella ducha que se nos quedó corta.
Me quedo con lo mejor y tengo claro que lo mejor siempre es contigo.

En un día terminaré con esto. Pondré fin al curso. Empezaré mi verano, y quiero que me acompañes.
Quiero conciertos, quiero escapadas, quiero piscina, cena, dormir a tu lado, hacer el moñas, que me hagas el moñas, cucamones, que me ates a tu cuerpo, que rescatemos los viejos días encerrados en las sábanas. Que me folles hasta agotarme. Y echarme luego a tu lado y susurrarte al oído. Te quiero a ti.

Nos vemos en el festival. Pero este festival terminará. Las tiendas de campaña se irán igual que han venido, el alcohol quedará en dos días y noches de gritos y euforia y una resaca como losa de plomo, y dejaremos atrás un descampado en el que reinó la alegría. Pero nuestro festival nunca va a terminar, y en éste quiero que seas mi cabeza de cartel.

T'estime.

domingo, 8 de julio de 2012


Decepción tras decepción tras decepción. Poco a poco ves cómo funcionan las cosas. Ves los límites y las barreras que tendrás toda la vida. 
Te das cuenta que ser ingenuo es un lujo, que nadie saca tus castañas del fuego, que nadie va a estar en tu infierno salvo tú.
Todo se ve con más claridad una vez llegas a tu lugar, y con claridad el mundo es horrible. Al mundo le sienta bien la oscuridad, una luz pronunciada que cree sombras alargadas y tenaces, que oculten lo feo, que dejen correr un telón sobre lo que nadie quiere saber. Porque saber muchas veces es sufrir.
Quisiera no saber muchas cosas. Quisiera olvidar detalles, hechos, mentiras, palabras, días enteros incluso. Pero no es posible, no somos máquinas, no podemos borrar algo que es parte de nosotros. Puede taparse la cicatriz pero nunca va a desaparecer.

Llegas a la conclusión de que quizás hay más mentiras que verdad en tu vida. Y la mentira es un excelente escudo, hasta que alguien descubra cómo romperlo. Te protege mientras sigue en pie. Te impide saber lo que no deberías saber. Por eso a veces creamos nuestras propias mentiras. Aprendemos a vivir con ellas. Tienes una mentira sobre tus padres, otra sobre tu hermana, otra sobre tus amigos. Quizás no nos las tomemos como tales, pero son mentiras. Son esas frases, esos pensamientos, esas cosas que nos hacen olvidar lo que puede ir mal, lo que fue mal, lo que irá mal. Nos ayudan a vivir. Hacen que el respirar sea más llevadero porque no tienes el bloque de hormigón que es la verdad presionándote los pulmones.

Quisiera vivir consciente de todo lo que me rodea, de cada cosa que forma parte de mi vida, sin mentira alguna. Y que la verdad no doliera ni cortara la piel como el cristal roto. Pero no es así. 

Porque tras cada decepción, cuando algo sale mal, cuando las cosas se ponen feas de verdad, intentas olvidarlo. Pero no lo olvidas. Lo ocultas. Le otorgas una etiqueta de "no ha salido tan mal", "pasó lo que tenía que pasar", "no tiene importancia" y con ello nace una nueva mentira. Y la mentira te gobierna, te ata como un títere, te tapa con una venda los ojos, por tu bien, para que no sufras. Pero cuando te das cuenta de que es sólo eso, una puta mentira, todo cobra otro sentido. Y sufres.

Ojalá pudiera vivir de otra forma. Pero hoy por hoy no lo veo posible.

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