domingo, 31 de agosto de 2014

stone in the wind

Veo los días pasar en caravana. Una secuencia aburrida y previsible de cama, desayuno, ducha, pantallas, comida, pantallas, cena, pantallas. Hastío y autodesprecio. Abrir la cartera y torcer el gesto. Mirar el móvil esperando una oferta, una válvula de escape. Ver pequeños vórtices de salvación en cualquier cerveza o en compañías momentáneas. Sentir cómo el dique se hace más y más alto y te estancas más y más.

Toda mi vida he tenido la seguridad de salir del bache, pero esta vez nada parece seguro. Cuatro años de mierda con un propósito de mierda y la promesa de algo a la salida. Y las promesas se rompen como queso viejo. Y ese algo es la puta calle. Como todos. En el fondo se veía la sombra del paria en esta etapa del camino, pero no lo vi nítido y claro hasta demasiado tarde. Y aquí sigo, viendo pasar los días. Sin trabajo, sin un puto duro, sin cualificaciones, sin futuro. Sólo con algunas líneas mal escritas, un diploma que bien podría usar como mecha y promesas y recuerdos en el cajón. Y el calendario avanza, irreversible. Y tú esperas, irredimible.

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