viernes, 29 de marzo de 2013

cocococoward

He entrado aquí a escribir. No tengo ni idea de qué. Escribo en un portátil ya veterano a la luz de un flexo, sin música, oyendo sólo el viento que golpea como un tejón enjaulado contra las persianas. Y golpea, y golpea, y sigo sin saber qué coño escribir.

Podría escribir un relato, un relato corto, sin compromiso alguno, un baile de una sola noche con un par de personajes, en cualquier lugar, a la luz de la luna, en una pradera salpicada de sangre, en el salón de un inmenso palacio o sobre la superficie de Marte. Pero no escribiré sobre ello, porque no siento ganas de hablar con nadie, no siento ganas de crear a alguien a quien deba entender.

Podría escribir sobre política, sociedad, podría marcarme un artículo de protesta de tres pares de cojones, arrojando bilis e ira sobre un mundo podrido que se resquebraja y cae a pedazos como la escayola de las paredes de una casa de los años cincuenta. Hay mucho polvo que airear y mucha mierda que revelar. Sin embargo, sólo sería un panfleto más, una arenga pasajera. El tema es demasiado amplio, los enfoques demasiado subjetivos, la documentación a consultar extensa. No.

Podría hablaros de qué siento cuando escucho la música que me gusta. Podríais decirme lo mucho que odiáis la mierda que escucho o lo que os gusta este grupo que tocó en el Coachella en 2007 y cómo gritaste como una nena cuando el guitarrista entonó el riff que sirve de obertura a la canción. Podríamos descubrir algo en común y recomendarnos discos. Me ha pasado con otras personas. Pero escucho muchos grupos y, de todas formas, no sé lo suficiente de música como para poder analizar un disco sin sentirme un ignorante.

Podría hablar de lo que siento, de qué tal me ha ido el día. Del amor, de las lágrimas, de las risas. El alcohol, el que se toma y el que no se toma. De en qué persona pienso ahora mismo. A saber. En ese particular caso, más de uno diría adiós y cerraría la pestaña, porque poco importan los desvaríos de uno cualquiera cuando ya nos pesan los propios. Poco soportamos ver llorar a alguien y que nos toque consolarlo cuando por dentro nos recorre el resquemor de "tengo mi propio corazón seco y agrietado y para colmo he de reparar el de otro".

Podría hablar de cualquier cosa. No será por variedad de temas, hay suficiente. No será por dificultad de enfocar el tema, llevo un buen rastro de entradas, mejores o peores, en su mayoría pésimas, pero con su contenido. Podría. Pero no me apetece.
Simplemente, no me apetece concretar. Estoy cómodo en la ambigüedad, en el limbo. Es el mejor refugio para cobardes como yo.

Seguidores