jueves, 6 de junio de 2013

Todo lo que pueda escribir sobre esto es pura mierda. No cambia nada, no arregla nada, no me hace sentir mejor, no me hace dormir tranquilo, no encaja las piezas de mi conciencia, no repara mi alma. Lo único que mueve a mis dedos al redactar estas líneas es el simple y caótico afán de conciencia, de existencia, de declarar que sigo vivo, que esto no es el final. De gritar que perdí la partida, la cabeza, que me han destrozado el corazón, que estoy roto por dentro, que estoy perdiendo pelo, que no puedo llorar, que me han convertido en un autómata. Que me siento de metal frío y negro, me siento psicópata, me siento estúpido, me siento brillante.

Me siento decidido aunque confuso, me siento paradójico, aletargado y sin embargo extrañamente despierto.

Siento que todo pasa a cámara lenta ante mis ojos, aunque las palabras tuyas que recibo llegan tan rápido como un tren de mercancías. Siento el chasqueo del obturador en cada fotografía, en cada suspiro, en aquellos vídeos, siento 21 meses en diapositivas, en momentos, en fuego purificador, en una pira salvaje y descontrolada, una espiral de locura y dolor.

Me siento explosivo, violento, desgarrado. Y sin embargo, sigo vivo. Vivo pese a que, aunque no quisieras, me hiciste trizas por dentro, y no sabes cómo. Y quizás no fue culpa tuya ni mía, quizás fue el momento, las circunstancias, los errores inevitables. Quizás ni siquiera sabías lo profunda que estaba la hoja del puñal. Quizás no te diste cuenta nunca, quizás nunca lo harás.

Y me importa una mierda lo correcto, me importa una mierda que sea lo mejor para mí, para ti, para el mundo de basura que nos envuelve. Simplemente me he cansado de darle a la palanca, de golpear el engranaje para que se ponga en marcha de una vez y nos saque de este infierno. Porque, ¿sabes qué? El engranaje está roto. Oxidado. Se resquebraja cada vez que lo rozo con la palanca, llena el suelo de un rojo sucio y ferroso.

 No estoy loco, lo sé ahora. Simplemente me he olvidado del engranaje, he tirado la palanca y he echado a caminar.

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