domingo, 20 de diciembre de 2015

disforia

Tu mundo sucio y pequeño se astilla y estalla. Notas en las mejillas el bombardeo de las mentiras que -te- has contado y todo parece la misma ridícula y rota broma. Nada más que esperar, que sentir, que sea agradable, diáfano, puro en intenciones y prosa. Sólo una amalgama de tus propios miedos que -sin éxito- aprenden a bailar con los miedos de otro.

Quisiera sentirme como en casa cuando estoy en casa, pero estas puertas ya no me representan. Nada acalla el rumor y ni el culo de la jarra de cerveza es una experiencia placentera. Desfilas. Suspiras.

Buscas sólo dos segundos mal contados de intimidad, ternura, y nada -nadie- más. Un mero "eres suficiente" susurrado a la oreja en forma de aliento cálido. Que esperanza y bien mayor -que no mal menor- sean palabras que no suenen tan extrañamente ajenas como esta noche.

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