
Creía que podía mejorar esto, que podía salir del agujero en el que nos metimos.
Pero no quieres.
No estás dispuesta.
No sé por qué, y ya no sé si me importa o si simplemente quiero huir de absolutamente todo.
¿Qué viene ahora? ¿Es el momento en el que mando todo a la mierda o el momento en el que trago y sigo?
Puedo tomar la elección, puedo decidir, y con una llamada, un rato de conversación o una quedada de cinco minutos acabar con esto. Puedo hacerlo. No hay problema.
El problema es autoconvencerme de que esto ha sido mediocre. Torpe. Triste. Repugnante. Y darte cuenta, una vez más, que las expectativas son sólo el oro que reluce por encima del barro.
No hay comentarios:
Publicar un comentario