lunes, 31 de octubre de 2011

time is gold


Siempre tengo la misma sensación.
Incluso en esas épocas en las que te sientes bien, positivo, protegido, como si nada malo pudiese ocurrir, llegan esos días reflexivopesimistas en los que no puedes evitar pensar.
Y el hecho es que siempre llego a la misma conclusión: odio perder el tiempo.
No odio perder cualquier tiempo, de hecho la mayor parte del día la paso perdiéndolo. Horas y horas de improductiva procrastinación ante la pantalla, sin ganancia, sin ingreso, sin progreso.
Pero en otras cosas sí odio perderlo. Sobretodo cuando elijo con quién perderlo, y esto es muy importante.

Tengo tantas cosas que hacer...tanto que conseguir, tanto que mejorar que las personas que deberían ser importantes para mí me saben a poco, me hacen sentir por momentos mediocre, desolado, sin futuro.
A veces me olvido de esto, sabes. Una buena noche, un polvo memorable, una jornada de cervezas y risas. Llega el ánimo y la preocupación se va.

Pero la duda se queda, y siempre me siento tal que: ¿vale la pena? ¿esto es duradero? y si lo es, ¿quiero que lo sea?

Supongo que perdí demasiado tiempo en los años en que no debía hacerlo. Y esto es un daño irreparable, y una deuda que tardaré en cumplir...o en perdonarme.

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