
Simplemente no puedes evitar pensar.
No pienses tanto, dices. Bueno, sí. Podría relajarme. Podría hacerlo si todo fuera bien.
Pero no va bien, ¿sabes? No va jodidamente bien. Va. A secas. Va. Con mediocridad. Va. A arrastrones.
Y no nací para vivir a arrastrones. Nací para vivir erguido, de pie, para luchar por algo que vale la pena y no por batallas perdidas que nadie, sólo tú, defiendes.
Me ha gustado. No diré que ha sido del todo desagradable. Pero hay cosas que duran y cosas que no.
Y lo peor es que lo supe desde el principio.
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