miércoles, 14 de agosto de 2013

No entendéis lo que quiero.

Coged un sentimiento recurrente. Coged uno de esos pensamientos que se deslizan como luciérnagas ciegas por vuestra cabeza cada noche antes de que la vigilia ceda. Cogedlo, agarradlo por el tórax como una tenaza de hierro. Aprisionadlo. Y luego devoradlo.

Quiero que hagas memoria. Inventario. Quiero que recuerdes cada mal momento, cada buen momento, a cada cabrón, a cada buena persona, quiero que los combines, que los cruces como perros, quiero que conviertas tu mente en el circo que tu vida no puede ser. Quiero que los visualices. Quiero que los transformes.

Quiero que cojas un lápiz, un boli, un teclado, una máquina de escribir, quiero que los uses. Quiero que escupas sobre el papel, que sangres, que lo lances todo. Quiero cada ápice de ti desparramado en la prosa. Quiero un retrato, quiero lo más profundo y agónico de tu alma. Y aún así no es lo único que quiero.

Quiero que leas. Quiero que toques libros, que acaricies sus cubiertas, que lamas las líneas de imprenta, que los leas ávidamente. Tómate tu tiempo. Sólo quiero eso, leer.

No tires tus ratos muertos a la basura. Sigue leyendo. Hojea artículos, periódicos, críticas. No te detengas ahí. Cuando te canses de leer, escribe.

No pares, ni siquiera hemos empezado. Quiero que unas todo lo que has aprendido. Quiero que lo amases, que lo ates a tus vísceras con cuerda de cáñamo, quiero que todo ello sea parte de ti. Quiero que lo transformes y quiero que te transforme. Te quiero mutable, caótico, plastilina, arcilla.

Quiero que viertas tu contenido en el texto. Hazlo. Quiero que no dejes nunca de desgarrarte, quiero que lo hagas cada vez más y mejor. Te quiero creativo, abierto, destructivo, constructivo. Quiero que evoluciones, que seas capaz de mirar adelante, que pintes con tu mente todo aquello que los demás no pueden y quieren. Quiero que halles el equilibrio en ello, tal y como yo querría. Y si no lo consigues, quiero que estés cómodo en el caos. Quiero que te muevas por él como una serpiente.

Te quiero libre. Te quiero lector. Te quiero de todas las formas en que nadie te querrá nunca. Quiero ser tu aprendiz y a la vez tu maestro. Quiero que aprendamos juntos.

Nunca lo dejes de lado, nunca abandones esto. Quiero que halles en estas pequeñas gotas de arte lo que no puedes hallar en el resto de tu vida, quiero que lo conviertas en tu refugio, en tu diminuta sesión de catarsis diaria, semanal, mensual, anual.

Y quizá cuando estés en la cúspide verás que sólo has arañado la superficie, y te maravillarás del infinito que supone tu mente. Te maravillarás de que tienes todo por hacer, y de que ello es hermoso. De que sólo somos gotas de agua de rocío salpicando el acero, y sin embargo poco a poco lo corroemos y lo oxidamos. Y quizá si cambiamos lo que escribimos, y si dejamos que lo que escribimos nos cambie, podemos cambiarlo todo.

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