jueves, 28 de noviembre de 2013

Valiente

Vivía en una ciudad de hormigón y caminos entrelazados. Una ciudad de luces rojas y basura pavimentada. Cada paso, cada encrucijada, parecía por momentos cada vez más complicada que la anterior. Un rompecabezas especialmente diseñado para crujirte el corazón por dentro, para que cada regreso supiera a menos, cada palabra hiriera más y cada hora de sueño invitara menos a soñar.

Nunca entendió por qué tanto silencio. Por qué todo parecía vivir y removerse bajo un manto gris, un filtro de tristeza y de emociones encontradas. Nunca entendió por qué la paz parecía algo tan lejano como tomar el sol de noche.

Y, sabéis, quizá sólo necesitaba dejar de moverse en círculos, quizá debía dejar de cruzar las mismas calles, quizá debía hablar más y mejor, reír más y mejor, olvidar más y mejor. Quizá sólo debía correr hacia un precipicio nuevo, darle la espalda al precipicio viejo en el que tantas veces se había despellejado y herido. Quizá sólo debía arrancarse el rompecabezas del alma, lanzarlo al infierno, echarse agua fría a la cara y un buen chorro de vino al vaso.

Quizá sólo debía ser un poco valiente. Sólo un poco.

1 comentario:

Seguidores