lunes, 14 de marzo de 2011

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"...son esos momentos en los que el cambio llega, ¿sabes? Ese golpe más o menos esperado que te golpea en las costillas y te deja sin aliento, transforma tu rostro en una mueca estúpida, inconsciente.

Es entonces cuando pasas la verdadera prueba, porque lo difícil no es el cambio en sí, sino sus consecuencias. Y la gente tiene miedo al cambio. Mucho miedo. Y cuando se lo ven delante de sus narices entonces lo temen aún más. Y es...absurdo, ¿sabes lo que quiero decir?

No es como si estuvieras huyendo de un tigre, joder. Un tigre, un felino salvaje adulto y con un peso de doscientos quilos o más puede matarte o dejarte marcado de por vida en un pestañeo. Eso sí es algo que deberías temer en cierta medida. Pero...¿al cambio? Nunca.

El miedo es algo curioso. Es como si una parte de ti se empeñase en recordarte que eres de carne y hueso...como si eso fuese una limitación importante. Es como si te empeñases en mentirte a ti mismo, en decirte que no eres nada, que eres mierda, que no vales, que nunca lo has hecho. Y entonces te acurrucas, lloras, murmuras excusas ininteligibles y faltas de sentido.

Pero eso no es lógico. El miedo no es lógico. El miedo no es realista. Es como si fueses a hacer paracaidismo y sólo concibieses un resultado: estrellarte contra el suelo. No me jodas, es solo uno entre un millón de posibles resultados.

El miedo te limita. Te ciega. Te pone una venda ante los ojos y te hace convencerte de que hay solo una verdad, de que solo hay un camino. Y por eso mismo el miedo es indigno, impuro, cosa de necios.

No debes dejar que el miedo te pare. Porque tras todo eso, tras todo ese agarrotamiento que notas entre los pulmones, tras ese sudor frío que te despierta por las noches, hay otro resultado. Hay otra posibilidad. Y eres capaz de...que coño, es tu maldito deber vencerlo. Vencer al miedo. Domesticarlo. Hacer que baile a tu son, a tu servicio.

...

¿Sabes que es lo más irónico, paradojal, extraño de esto? Que el miedo te teme. Sí, es exactamente eso. El miedo es consciente de que tú estás ahí. Sabe que tú lo has creado y que también puedes matarlo. Sabe que sólo es vulnerable a una persona, y es a ti. Porque está todo ahí dentro. Entre tus cejas. Ahí es donde el miedo nace, crece y muere."

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