viernes, 23 de marzo de 2012

Digamos acelerado. Sí, quédate con esa palabra.
Es culpa de la droga. Sí, llaman a tu puerta, te dicen, estamos en el cuarto. ¿Quieres un poco?
Tu cerebro dice: "No tengo nada mejor que hacer". Tu miembro viril dice: "Yo tampoco a menos que abras esa carpeta que tienes guardada yatusabesdónde". Suspiras, sí, ahora voy.
Entras y te sientas. ¿Qué coño estáis tomando? Prueba un poco, es una delicia. No, no es nada duro. No somos yonquis.
Te tienden ante las narices un bastón de fuego. Lo tomas por la puntita y te lo llevas a las fauces. Devoras la primera calada como el primer llanto de un bebé, con ganas, ávido.
Desploman polvo sobre la carátula de un CD, el plástico brilla a la luz de la lampara espolvoreado de blanco hueso.
No, no es cocaína. Es algo recreativo, menos ofensivo, juguetón. Un dado trucado. 
Entra por el orificio nasal, pica un poquito. Deja regusto a pica-pica de quiosco en tu paladar y un enjambre de sensaciones al pasar a la sangre.
Pupilas dilatadas ligeramente, que crecen conforme la droga alcanza su culmen. Boca seca, bebo agua. Luego cerveza. Se termina. ¿Agua otra vez? ¿Soy un dromedario? En fin.
Hablas, y quieres seguir hablando. Hablas de una escena incómoda, quieres saber el final, de repente alguien corta el rollo y planea un superdíafiestachachipiruli de drogas y música. Dices: "GUAY, pero contad la historia, es la 1214143º vez que cambias de tema". En fin. Repito palabras. Me expreso con coletillas que bailan agarradas sobre mi discurso. Hablas de sexo, cómo no, el tema central de la vida humana. Un par de anécdotas entrelazadas con un "me gusta..." y el consiguiente lugar/zona erógena/postura/etc. fluye por encima del aire. Nos quedamos mirando cómo se mezcla con el humo de las colillas y asciende al Olimpo de escayola que es el techo.
Y se van, te dejan solo, y dices, me encierro. Hablas, no está, dónde está, se ha dormido, mierda, hola, qué tal, no, a ése no le hablo, ¿por qué lo tengo agregado? fuera.
Terminas escribiendo basura que sólo apreciaría alguien en tu mismo estado mental. Aprietas los labios y terminas, con un saltito de ballet de tus dedos de tecla a tecla, escribes FIN, apagas y duermes.

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