miércoles, 28 de marzo de 2012

Quit




Suficiente con apagar la música para sumir la habitación en el silencio. Suena a lo lejos la tele desde el comedor, y el único ruido que puedes captar es el ruido del ventilador del portátil y el zumbido leve del halógeno.
Todo el día leyendo, en el móvil, en el ordenador, en los apuntes, las letras remezclándose en un contenedor de memoria que mi mente desechará, como tantas otras veces.
Me duele la cabeza por mirar a la pantalla. Una migraña sorda y leve, aun molesta, rascándome la parte de arriba de la nuca.
Problemas, discusiones, chorradas que parecen ya casi inexistentes a estas horas de la noche. Solo quieres dormir, adelantar, el tiempo, despertar a un nuevo día.
Bostezas y das un pequeño repaso rápido en tu cabeza a cada conversación del día, cada tic de Whatsapp, cada tweet, cada mensaje de Tuenti, intenciones, sentimientos, frustraciones, rencillas, odios, sensaciones plasmadas en caracteres que te ha tocado recoger, como un heraldo moderno con móvil e Internet.
Escribes una entrada más, como en un diario, apenas intentas que sea hermosa, sólo pretendes dejar constancia. De qué quizás lo mismo que hace que hoy sea un día más lo convierte en un día especial. ¿Especial? Puede. Como tantos otros.
Echas de menos muchas cosas en ese momento. Muchas. Pero la que más añoras, sin duda, es la almohada. La migraña y el lento descender de los párpados te guían a ella.

Buenas noches.

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