viernes, 3 de enero de 2014

versos cobardes, I

Cada noche acudía
incierto el corazón, incierta la mirada
a una taberna fría, de mimbre las sillas,
de polvo cubiertas las almas.

Preguntas lanzadas al techo,
sin voz y sin rumor,
sólo desde los ojos,
desde el dolor creciente en el pecho.

¿Por qué no vuelve? decía él.
Nunca vuelve, le contaba la cerveza
porque nunca fue tuya su alma,
nunca ansió ella tu piel.


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