miércoles, 11 de enero de 2012

Hey.

Anoche vi la luna llena. La vi allí, colgando en el firmamento, como una medalla de plata que se deja sobre la mesita de dormir. Iba conduciendo y por eso apenas le dediqué unos segundos en los que le clavé los ojos como colmillos, intentando deleitar mi vista con aquel pedazo de roca brillante.
También la pude ver la noche anterior, y la siguiente. Aunque no estuviera en su punto álgido, seguía allí, proyectando aquella luz blanca sobre el asfalto y arrancando destellos de mis pupilas. Cuando la contaminación lumínica se carga las estrellas, ella sigue allí, imperturbable. Moviendo mis mareas y alumbrándome en mis resacas. En mis noches y mis tardes de invierno, cuando la luz empieza a escasear, allí sigue. Siempre. Y cuando levanto la vista de mis pies y miro al cielo sé que tras las nubes me sigue observando. Tan solo espero el momento en que se aparten de nuevo para poder verla, reluciente, siempre acompañándome. Despojando al crepúsculo de su oscuridad y a la noche de su negrura.

2 comentarios:

  1. Acabar de leer esto y acercarse a la ventana, buscando esa luz.

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  2. I jo que creia que ningú tenia la mateixa obsessió que jo per la lluna. També és cert, que a València està la lluna més bonica del món..

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