jueves, 5 de enero de 2012

Joder.

Hacía meses que no experimentaba un bajón así. ¿Conocéis esos momentos en los que os sentís inmensamente vulnerables, en los que creéis que cualquier cosa podría dañaros? Estoy en un estado similar. Es como si de repente todo resultara ajeno, alienante, una parte de los engranajes que conspiran contra tu bienestar y tu salud mental.

Todo te duele, te molesta, pero no te enfadas, solo entrecierras los ojos y sientes como un pedazo de ti se desgaja y cae al suelo. Y no te molestas en recogerlo, simplemente te resignas a contemplarlo mientras el charco de sangre se expande y mancha las alfombras de tu madre.

¿Y si os cuento que debería estar estudiando? Sí. Estudiando. Debería meterme entre ceja y ceja toneladas de texto, fórmulas, procedimientos y cálculos que ni siquiera me acerco a conocer. Quedan ocho días para un examen que, de suspenderlo, me obligaría a volver a examinarme más tarde de toda la materia. Cosa que no puedo permitirme.
Y ahora bajón. Lo mejor para estudiar. Sumirte en la melancolía mientras hojeas los papeles. Frustración a intervalos de cinco minutos. Sabroso.

¿Alguien quiere darme una paliza? Os lo pondré fácil.

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