martes, 17 de enero de 2012

Salgo de tu casa y afuera diluvia. No esperaba un aguacero tan grande, aunque el pronóstico estaba claro. Me arropo en la cazadora y cruzo a zancadas la calle, cubriéndome bajo las cornisas. Mi cuerpo sigue caliente por lo que pasar frío es imposible.
Las gotas se deslizan por las fachadas, surcan el aire en un último vuelo triunfal y se estrellan en la superficie de los charcos, que se contraen y se deshacen en ondas. Corro para llegar al coche sin mojarme, algo casi imposible. Me calo en segundos. Un hombre busca la farmacia de guardia. Se lo indico con dos frases cortas y sigo, con más agua que plástico en la cazadora.
Salto un charco, evito el barro y entro al coche. Sudo un poco. Afuera parece haber estallado una guerra entre nubes, los rayos son sus cañones y las gotas de lluvia sus balas. Pero bajo techo todo se ve distinto. Como un verdadero espectáculo.
Arranco el motor, suena Noel Gallagher. Vuelvo a casa sonriente.

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