jueves, 19 de enero de 2012

No creo que esperéis los días que se acercan. No creo que estéis viendo la mancha que se extiende por las ciudades que creéis dominar, por las redes que creéis controlar, por los corazones de la gente cuya boca creéis sellada a cal y canto.
Tampoco creo que os veáis venir vuestro nuevo orden mundial hecho pedazos, vuestra hermosas leyes que violan nuestros derechos inherentes ardiendo en nuestras manos, ni todas aquellas verdades que intentáis tapar circulando fuera de vuestro alcance, surgiendo de las bocas de cientos de miles de gargantas, taladrando vuestros paredes y vuestros sesos.
No creo en vuestro remordimiento. Ni en vuestra pretendida y tan vendida simpatía. Creo en lo que habéis demostrado todas las veces que os hemos pedido ayuda, auxilio o cambio: que sois escoria.

Vuestra existencia insulta todo aquello que es noble y verdadero. Vuestros actos contaminan cada cosa que decís defender. Nos arrebatáis libertades, nos etiquetáis como terroristas cuando sólo nos defendemos, nos encarceláis cuando damos la cara por todo lo que una vez fue nuestro. La vergüenza y la moral son tan desconocidas para vosotros como la piedad con aquellos a quienes pretendéis gobernar.

Lo que se acerca no será por mí, ni por ti, ni por ningún individuo. Será todo el gentío que está harto de vosotros. Los millones de ciudadanos que buscan restablecer su statu quo como personas. Y nadie imagina las ganas que tengo de que vuestros cristales se rompan, de que vuestro poder se despedace como la cerámica al estallar contra el suelo, de que pidáis perdón por el momento en que creisteis poder atarnos como perros a una estaca y que nos quedáramos correteando con impotencia.

Se aproxima el principio del fin. Todo lo que hagáis a partir de ahora sólo contribuirá a acelerarlo.

1 comentario:

Seguidores